
Luciano Ribodino fue, durante el año pasado, para mí que me gusta estar atento a los
registros, una referencia en materia de velocidad en sus distintas presentaciones aunque, por
diversos motivos, quedó fuera de la lucha por el título.
Para el 2022 incrementaron la apuesta con la nueva Kawasaki ZX-10R, pero el comienzo no
fue fácil.
Debut en Bahía Blanca donde mostró el potencial. Rápida, entrega más HP que la “Ninja” anterior. Ahora, debían
trabajar con un elemento clave: la electrónica.
Esta, como novedad, permite dosificar la entrega de “CaVallos” de acuerdo a la inclinación
de la moto.
Con poco tiempo para ensayar, arribó la segunda obligación en Neuquén. Aquí, se
combinaron varios factores. El primero de ellos es que el del Rosamonte Racing Team no
conocía el escenario. A su vez, las temperaturas, muy frías por la mañana, dificultaban
las pruebas. Pese a ello, giraron a menos de dós décimas del récord de vuelta y
cruzó la meta a 0,6 seg del vencedor.
Así, llegaba Termas de Río Hondo, con margen para evolucionar.
Hasta el momento, y conociendo donde estaban parados, la estrategia de cada competencia
era similar: tratar de “picar en punta” y aguantar lo más que se pueda.
Un aspecto para resaltar fue la regularidad en las tres rondas iniciales, donde
nunca se bajó del podio. Algunos plantearán que es obvio, pero en 2021, a la
misma altura del calendario, apenas sumaba un triunfo. Había cosechado 15 unidades frente a
las 34 del 2022.
Pese a estar escolta en el torneo, esperó pacientemente su oportunidad hasta que llegó la
victoria en San Juan.
Comenzó a rendir frutos la labor de todo el conjunto. Cuando hablamos de
electrónica, el reciente campeón destacó a Diego Naccarato.
Ribodino suele andar con el motor “suelto”, es decir, que la misma no lo “contenga“ tanto
a la hora de dar gas. Le gusta tener el control.
Por otro lado, hay que evitar que el desgaste del neumático sea excesivo. El de
San Francisco, además, hizo hincapié en el aspecto físico para mantener mejor el ritmo.

En dicho circuito, se llevaron a cabo cuatro fechas y subió a lo más alto en tres
ediciones.
Cuando parecía que cambiaba el liderazgo del certamen, en la sexta cita, sus oponentes
exhibieron una buena perfomance y lo relegaron al tercer lugar.
Última parada en Villicum, evento que compartían con el WSBK, se achicaba el
margen para actuar. Hora de ajustar electrónica, suspensión, y relaciones de
transmisión.
Y vaya si dio resultado, se impuso con bastante ventaja. Se notó un progreso. Con 12º más
en pista que en 2021, disminuyó mucho su registro e igualó sus propios de cuando participó con el Team Pedercini de
WSBK en 2021.
Por si esto fuera, poco su principal rival sufrió una caída y pasó a comandar el certamen con
abundante ventaja.
Es cierto que los compuestos actuales son más duros que los empleados la temporada
previa como para hacer un comparativo preciso entre las dos unidades del SBK Argentino,
pero no deja de ser una muestra válida.
Cierre del torneo, Buenos Aires y el calor serían testigos de una nueva coronación. El
trazado, pese sus falencias/pozos, le cae bien Ribodino.
¿Porqué? Pese a las complejidades que ofrece el asfalto, se anima a arriesgar un poco más.
Obviamente, para lograrlo necesita confianza y en eso tuvo que ver su equipo. Entre
ellos, además de Naccarato, Martín Yanuzzi en materia de suspensiones.
Un campeonato que, como dije al principio, si bien no destacó por dominar de principio a
fin, expuso una evolución de Ribodino. A su velocidad habitual le agregó regularidad, adaptó
su manejo (si bien le gusta lanzarse a las curvas, en ocasiones lo hizo más en V),
y también se mantuvo sereno, sin cometer errores bajo presión.
Condimentos necesarios para llevarse un merecido título en un certamen de alto nivel
conductivo.

Fernando Chiesa
Fotos: Superbike Argentino (https://superbikearg.com.ar/)